Ceremonia oficial, religiosa, pagana… ¡Cualquiera! Pero casate.
Marcá un hito. Una vez, dos, tres, diez… Los que necesites. Pero marcalo.
Apostá para siempre. La vida entera, un verano, un mundial. No importa, siempre es mientras dure.
Celebrá. Bailá, comé, brindá. Compartí tu risa con quienes te aman. Compartí esa felicidad en la que el mundo se detuvo un rato. Compartila que, ya sabés, lo que se comparte, se multiplica.
Casate.
Vestite de novia, de novio, de novie. Agarrá de la mano a quien amás. Decilo. Gritalo. Disfrutalo. Retené el momento.
Casate.
Nada como el gozo de la rebeldía de resignificar los mandatos a tu antojo.
Y construir tu propia versión de lo que no vale la pena soltar.
De lo que vale la alegría vivir.
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